El ocaso de los dioses

Authors

  • Héctor Garza Southern Utah University

Abstract

Ni el más leve ruido del las hojas de los árboles meciéndose con la brisa del otoño, ni el canto triste de los pajaros que presienten el inminente frío, ni el barullo de los niños jugando en la colina pudieron sacar a Abraham de sus meditaciones. La mirada perdida en lontananza, permaneció toda la tarde sentado a horcajadas en el tronco de un árbol viejo y ya casi sin vida que lo había visto crecer y convertirse en un apuesto joven. Le gustaban las tardes del otoño para irse a meditar el producto de sus reflexiones históricas y filosóficas. Sus largos cabellos negros y crespos y su barba negra y crespa tambien se mecian con el persistente viento, cada vez més frío y cercano, ese viento que se acurruca entre los brazos y que se esconde y alborota los pensamientos.

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